lunes, 13 de abril de 2009

CURIOSIDADES


Simbolismo en los huevos de Pascua


En aquella época la Iglesia no aconsejaba el consumo de huevos durante la Cuaresma. Sin embargo, las gallinas seguían poniendo huevos, ajenas a preceptos ni normas religiosas. Tirar los huevos hubiera sido un pecado. De tal forma, que no quedaba más remedio que guardarlos. En unas semanas se conseguía una sobreabundancia de huevos a los que había que dar salida. El domingo de Resurección, primer día en el que este precepto ya no rige, se convertía en la fecha señalada.Y qué mejor que compartir o regalar los huevos que no se habían consumido durante la Cuaresma. De esta forma, fue naciendo una costumbre.

Ofrecer una cesta de huevos frescos era sin duda un magnífico detalle, pero si además los huevos se coloreaban o se pintaban se convertían en un auténtico regalo. En el siglo XII la Iglesia bendecirá la costumbre de regalar huevos como símbolo de resurreción a la salida de la misa de Pascua. Una costumbre que se ha mantenido hasta no hace mucho, especialmente en las zonas rurales, donde abuelos y padrinos entregan a los ahijados panecillos con dos huevos que se llevaban a bendecir.



Los huevos en chocolate y el conejo de Pascua


A partir del siglo XVIII, cuando la industria chocolatera consigue avances importantes en el manejo y tratamiento del chocolate,
se empieza a vaciar los huevos frescos y a rellenarlos de chocolate. Más tarde llegaron otras formas: conchas, campanas, carruajes... copiando figuras de la escuela austriaca, con sus colores y formas. Sin embargo, la tradición del conejo de chocolate se la debemos a los antiguos teutones que creían según cuentan las leyendas que en Pascua eran los conejos los que incubaban los huevos. La asociación Conejo- Pascua proviene de esta antigua creencia popular. En España, la zona de Cataluña y Valencia, es la región con más tradición en la elaboración de figuras de chocolate para celebrar la Pascua. Estas figuras adquieren una gran importanca a partir de mediados del siglo pasado. Son las monas de Pascua, figuras diversas, -en algunos casos verdaderas esculturas-, en chocolate que adoptan multitud de formas, cuyo límite lo pone la imaginación y pericia del maestro chocolatero.